Para practicar las técnicas o manipulaciones propias de la Reflexología, las dos manos deben actuar como un equipo compenetrado: una es la “mano de sostén” del pie, que se encarga de mantener éste siempre bien sujeto, y la otra es la “mano de trabajo”; que actúa sobre los puntos reflejos.

En la mayoría de las técnicas el dedo pulgar es el principal instrumento de trabajo, mientras que el resto de los dedos de la mano sirven de apoyo a éste, actuando como palanca, es decir, ejerciendo una oposición al pulgar o ayudando en las rotaciones.

La elección de la técnica a emplear dependerá de la zona del pie a tratar: plantar, medial, dorsal o lateral.